El mejor café que tenga. (III Parte) "Las cosas no son fáciles en La Habana"





José Méndez Cominches no era bien conocido dentro de los altos círculos soviéticos, se sabía que tenía la fama de ir a las reuniones anuales entre jefes de los servicios de seguridad que se solían hacer en el Este de Europa, en los cuales solía hacer uso de prostitutas y hacer comidas que solían desajustar los estrechos presupuestos pautados para los encuentros. Tampoco era muy inteligente, aunque había ganado el puesto de jefe de la Dirección General de Inteligencia (DGI) al ser muy leal a Fidel Castro y lograr someter la disidencia cubana de Miami, infiltrándola y echando a pique muchos de sus planes. No obstante, tenía poca idea de cómo era el juego laberíntico del manejo de la información así como de su obtención. En ello era asesorado por un alemán y un ruso, enviados especiales que trabajaban en La Habana justamente para ver la información que se procesaba y así elaborar informes que luego enviaban por criptografía hacia Berlín y Moscú.

Una vez, Markus Wolf jefe de la HVA (asuntos externos de la STASI) dijo en un español no muy bueno “En Cuba la cosa está dura”, lo cual generó una pequeña risa en sus locutores, expertos sobre Latinoamérica dentro de la HVA. Wolf había viajado a La Habana varias veces para  instruir a miembros del DGI.  Prefirió siempre viajar él mismo o enviar instructores para realizar el trabajo pedagógico, ya que salía caro mantener a los cubanos en Berlín, los cuales tenían fama de mujeriegos y esto era algo que detestaba Wolf, quien pensaba que ser débil con las mujeres era la mejor manera de caer en manos del enemigo. Él sabía muy bien que los soviéticos y los búlgaros solían enviar mujeres hermosas a seducir diplomáticos occidentales y así luego con un video como evidencia, hacerles trabajar para ellos bajo la amenaza de destruir sus matrimonios. Era un mundo sucio, lo sabía, a veces le daba un asco terrible, pero él pensaba que al monstruo capitalista había que combatirle de cualquier manera, además ya no estaban atados a la moral judeocristiana. Sin embargo, nunca olvidaba las historias bíblicas que su madre le contaba cuando estaba pequeño y de cómo celebraban el Janukah. Pero esto era ya agua de otro mar, un mar que quedó en el pasado y que nunca volvería. Ahora su parte más sentimental, la compartía con su esposa Eva, una chica de Königsberg, ciudad que ahora se llama Kaliningrado. Él solía llamarla rusa para molestarla, aunque ella era cien por ciento alemana, es más, prusiana, aunque esto nunca lo decía mas lo pensaba.

Wolf tenía una cosa muy buena y era que revisaba cada correspondencia que llegaba de cada uno de sus agentes en el mundo. Era maniático, cada día leía alrededor de unas mil quinientas páginas, pero eso lo llevaba en la sangre. Dominaba tres alfabetos y hablaba su nativo alemán y podía hablar ruso, hebreo y un poquito de español con acento cubano, lo que hacía que su pronunciación a veces fuera el hazmerreír de muchos cubanos quienes se tenían que aguantar la risa para no hacer incomodar a un superior. El ruso lo dominaba perfectamente, de hecho, la Unión Soviética era su segunda patria, quizá primera, porque había sido la que le había salvado del nazismo. Ahí conoció a la futura plantilla de líderes de la República Democrática Alemana, uno de ellos sería su jefe, Erich Mielke, quien tenía fama de sádico. Ambos habían trabajado para la inteligencia soviética, de hecho, Wolf había sido enviado a Nuremberg para cubrir los famosos juicios a los nazis, haciéndose pasar por un periodista independiente de Düsseldorf, aunque su misión era recabar lo máximo de información sobre posibles científicos nazis que quisieran emigrar luego a la URSS. Esta misión fue interrumpida, ya que le llegó un telegrama que le mandaba volver a Moscú y encargarse de construir la nueva república socialista que tendría como territorio, el oriente de Alemania.

Al leer un telegrama que llegó ese día de junio a su oficina donde se explicaba lo sucedido en Angola, se reunió inmediatamente con su equipo y fijaron una estrategia a seguir. Se preguntaron por qué la Inteligencia Sudafricana habría escogido a este muchacho llamado Arnaldo. Muchas dudas había en las cabezas de quienes analizaban la situación. No tenían agentes apostados en el país africano aunque si habían formado a varios cuadros del partido de Mandela. Entonces decidieron que lo mejor era enviar una persona a Johannesburgo para que hiciera contacto con las células clandestinas anti-apartheid y así poder coordinar una nueva red de inteligencia aunque para ello sería necesario enseñarles los métodos de comunicación secreta para evitar que esta red fuese desactivada por la policía sudafricana y esta opción fue finalmente descartada.
Lo importante por el momento era descifrar quién era este Arnaldo, para lo cual fueron a los registros y se dieron cuenta que estaba casado con una ciudadana de la RDA, a lo que se les iluminó los ojos a los analistas. Buscaron el domicilio de la chica, pero se dieron cuenta de que tenía registrada una salida del país y no se encontraba ningún ingreso de vuelta en el país, por lo que enviaron a una patrulla para su domicilio. Cuando dieron con la dirección, vieron que apenas vivía una pareja de señores de unos setenta años. Al abrir la puerta, la pareja se asustó un poco, porque sabían que una visita de la STASI a tu casa no era algo bueno, pero se calmaron cuando los policías se quedaron en la puerta e hicieron algunas preguntas. Preguntaron quien era su hija, que hacía y qué sabían de su yerno. Los viejos mostraron todas las cartas y fotos que su hija había enviado. Los policías confiscaron todo el material aunque dijeron que luego las retornarían. Los viejos se asustaron, pensaron que quizá su hija había hecho algo malo a los ojos del estado y por ello la llamaron a Cuba, a lo que la hija respondió que todo iba bien aunque tenía tiempo sin saber de su esposo. La conclusión a la que llegaron los señores fue que quizá Arnaldo estaba en problemas.

Markus Wolf decidió llamar a José Méndez Cominches para preguntarle sobre quien era este Arnaldo y que hacía en el ejército. Cominches no tenía idea, pero dijo que no estaba registrado dentro de la planilla de la DGI. En otra llamada a la persona que tenían en Angola, esta informó que el soldado era el encargado de las comunicaciones desde hace poco tiempo. Esta última conversación alumbró los pensamientos de Wolf, cuyo rompecabezas mental comenzó a tener un orden y sentido. Varias cosas se debían resolver pronto, una de ellas era que seguramente había alguien dentro de las filas cubanas que trabajaba para los sudafricanos o quizá para los americanos, quienes apoyaban de manera secreta al régimen del apartheid. Aunque también la oportunidad era de oro porque podrían llenar de información falsa a los sudafricanos aunque tendrían a la vez que buscar quien era el topo que les suministraba información. Para ello Markus Wolf decidió ir a la Habana junto con dos subalternos suyos para informar de la situación a los cubanos sobre lo que pasaba, ya que su última conversación con Cominches no le había dejado con una buena impresión. Así podría hablar con los duros de la seguridad, Raúl Castro y Ramiro Valdés quienes seguramente presionarían a Cominches para que se entregara de lleno en la operación.

Al empezar la reunión Wolf comenzó a describir la situación y cómo podían usar la misma para beneficio propio. Sólo dijo que tenían que descubrir al traidor dentro de las fuerzas apostadas en Angola para así no perder la iniciativa. El creía que había un complot para llenar de topos a las fuerzas cubanas y así montar un ataque rápido para poder barrerlos.

Pero Raúl Castro se preguntó: -¿Cómo haremos para descubrir al topo?

Wolf respondió –Primero, hacemos una lista de los oficiales que manejan información privilegiada. ¿Cuántos crees que son?

Castro: -Unos once aproximadamente.

Wolf: -Hay algunos de ellos que crees que sea fiel, del cual no dudas de su fidelidad.

Castro: -De ninguno, el enemigo puede penetrar la mente de cualquiera así que no confío en nadie.

Wolf: -De esos once vamos a dividirlos por la mitad, un grupo de 5 y otro de 6. A un grupo le diremos que las tropas van al sur a invadir y liberar Namibia. Mueve algunos tanques hacia el sur y di que el ataque es inminente en las próximas 24 horas. Al otro grupo di que se pondrá una bomba en la Embajada Americana en Sudáfrica. Si los soviéticos nos informan que hay movimientos en la frontera de Namibia pues sabemos que el topo está en el primer grupo y si vemos que se refuerza la seguridad de la Embajada Americana, pues el topo estará en el segundo grupo.

Valdés: -Pero luego tenemos a unos 5 o 6 sospechosos. ¿Cómo hacemos para saber cuál es la persona específica?

Wolf: dependiendo de cuál sea el grupo, podemos seguir jugando con la información. Nos quedan unos 6 días para que la agente sudafricana vuelva a contactar al joven de las telecomunicaciones, el cual no tiene la culpa de nada sino que le pusieron una trampa y nosotros podemos usar esto para beneficio nuestro. Me gustaría enviar a Angola a un oficial que dirija esta casería ¿Están de acuerdo?

Castro: -Me parece bien.

Wolf: -Otra cosa, no me gusta como ha sido el desempeño de Cominches. Hizo un montón de desastre en Budapest en la última conferencia a la que asistió. Ese no es el comportamiento debido de un socialista y más si es de la Nomenklatura.

Castro: -Sí, estamos al tanto, sólo estamos buscando el mejor reemplazo y que este sea del agrado de Moscú.

Wolf: Pues me quedo tranquilo. Hasta luego camaradas, ya regreso de inmediato a Berlín que el trabajo apremia.

Desde La Habana se dieron las órdenes a León, quien puso en marcha el operativo. Por un lado mando tanques hacia el sur y algunos hombres, y por otro lado desde la embajada de La Habana en Nairobi se enviaron a dos diplomáticos para que llegaran y se hospedasen en Pretoria.

Al día siguiente los soviéticos reportaron un gran movimiento de tropas sudafricanas hacia la frontera de Namibia con Angola. En ese día había llegado de Berlín un agente de la HVA alemana, el cual se entrevistó con León y le dijo del porqué estaba allí. León entendió que la situación salía de sus manos, y decidió no hacer preguntas porque sabía que preguntar mucho podría suponer una baja inmediata, así que decidió obedecer y procurar que todo fuese bien. El alemán entendió que el grupo de sospechosos se reducía a unas cinco personas por lo que se le dijo a tres que el ataque sería por el sudoeste y a los otros dos se les dijo que el ataque sería por el sureste. A uno de ellos se le dijo que habría un ataque anfibio que desembarcaría por las costas del norte, específicamente por Mowe Bay, un pueblo al norte aunque muy lejano de Angola. Hay que destacar que la costa de Namibia está protegida por un parque natural que recorre casi toda la costa llamado Skeleton Coast Park. 
La inteligencia militar soviética puso todo su accionar sobre los agentes que tenía en Namibia. Uno de ellos reportó que al día siguiente habían llegado muchos helicópteros con muchos soldados, por lo que se supo de inmediato quien era el topo dentro de las tropas cubanas. Cominches ordenó detenerlo pero de inmediato el oficial alemán del HVA en Angola mandó a echar la acción atrás hablando directamente primero con León y después con Cominches. Después de esto reportó lo sucedido a Wolf, quien luego llamó a Raúl Castro pidiéndole la cabeza de Cominches. Esto puso en apuros a la jerarquía cubana porque sabía que dentro de poco los llamarían de la KGB también para que se hiciera ese cambio. Pero Valdés salió con una solución y dijo: -Oye asere, yo tengo al hombre adecuado, es un cuadro mío.

Se trataba de Germán Barreiro Caramés, conocido como “Luis”, un hombre que pasó por el ejército, era ingeniero y además había sido formado en Moscú en la Universidad Patricio Lumumba así como en la escuela de oficiales de la KGB por lo que tenía un currículum de oro así como había demostrado una lealtad absoluta a Ramiro Valdés quien lo llamó y le dijo:

-Oye te tengo una misión muy importante, que va a cambiar tu vida.

Pues el sueño de Luis se había hecho realidad. Por mucho tiempo estuvo trabajando en el ministerio de asuntos interiores, pero en la oficina adscrita a la secretaría del ministerio, donde le tocaba elaborar informes sobre la seguridad del recinto, así como ser el enlace entre el ministro y los cuerpos de seguridad, por lo que conocía muy bien los entresijos del aparato de inteligencia cubano. Pero hubo un tiempo en que trabajo junto a Valdés en una compañía de construcción, donde no se sintió a gusto, pero donde aprendió a recibir comisiones buenas por pequeñas construcciones que desarrollaba el gobierno cubano. De inmediato Luis se dirigió a la oficina central del Partido Comunista, donde fue recibido por Fidel Castro quien le trató muy bien y donde  juramentó su cargo sobre la Constitución de Cuba. Al mismo tiempo se le dio una carpeta pesada, con un montón de informes sobre lo que estaba pasando en el mundo y los escenarios importantes donde batallaban cubanos contra el capitalismo. A su vez, se reunió con el segundo del DGI, quien era Jesús Bermúdez Cutiño, quien había estado en Angola y conocía a fondo la situación en aquel país.

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